Homenajeando a la
gran Clara Plath, creadora talentosa de nuestra tierra (como pocos), me desvirgo
en el mundo de los blogs. Me encuentro nervioso. Normal, siendo mi primera vez.
Uno siempre quiere estar a la altura (a la altura de no sé qué), y eso es casi
imposible al comienzo. Y si uno lo consigue (estar a la altura), menudo coñazo.
No me gustaría ser como esos que escriben su ‘obra’ en su juventud y después se
pasan la vida frustrados. De todas formas, para ser honestos, yo ya me
encuentro frustrado (sin obra ni ná, que a la Tesis me niego a considerarla tal
cosa). La verdad es que no recuerdo bien cuándo me llegó esta frustración. Yo
creo que nací ya con ella (aunque mi psicoterapia haya estado orientada a
quitarme de la cabeza la idea de la depresión genética transmitida de
generación en generación por línea femenina materna). Da igual. La cosa es que
hoy, en uno de mis momentos introspectivos no productivos (me niego a llamarlo
‘procrastinación’, que suena demasiado culto para lo que son mis fases de vacío
intelectual), he decidido que debería hacer algo con mi insatisfacción vital, y
lo único que me ha venido a la cabeza es abrirme un espacio en internet y
eyacular mis pensamientos (lejos del mundanal ruido 'feisbuquiano'). No creo que sea una gran solución, pero quizás me
venga bien. Si no me frustro intentando ‘desfrustrarme’ lo consideraré un gran
éxito personal. Y ya si alguien considera útiles mis paridas mentales para
engendrar algún pensamiento, le colgaré unas medallas a mi ‘yo’ competitivo
autorreprimible. Pues venga, ya está (las primeras veces suelen ser muy cortas). La siguiente vez escribiré algo menos
fútil.