Muchas veces, debido a la
desesperación que me producen ciertas noticias políticas, me ha rondado por la
cabeza una especie de idea (llamémosle “paja mental”) que, de llevarse a cabo
de manera decente (soy consciente de que esto es imposible), podría
proporcionar una solución interesante a determinados conflictos (me refiero a
conflictos verdaderos, no a la tontez de Gibraltar, por poner un ejemplo de
tontez). Esta idea consiste en la simultaneidad
de gobiernos. Simultaneidad no sólo temporal, sino también espacial. Y
aviso, lo que voy a proponer puede parecer vomitivamente neoliberal. Sin
embargo, tal como están las cosas, no creo que esté de más aportar una
mierdecilla extra al mundo de los inventos políticos lamentables. Cuando digo
“tal como están las cosas” me refiero a la ola de políticas pro-privatizadoras
de todo como “motor de la economía”, “motor de libertad” y demás motores. Pues
eso, como yo siempre he sido un gran defensor de lo público, reniego de mí
mismo, me tiro un bloque de hormigón encima y propongo la privatización del gobierno entero. Es decir, que el gobierno
funcione totalmente como una empresa. De una punta a la otra. Hala. Ya'stá. Y
por supuesto, nada de monopolios. ¡Libertad de empresa!. Así, al igual que uno
elige compañía de telefonía (vale, este ejemplo es chungo, pero es un ejemplo),
uno podría elegir a su gobierno. Que uno es socialista, pues que contrate al
gobierno socialista. Que uno es neoliberal, pues al gobierno neoliberal. Y así
con anarquistas, centrocentristas, socialdemócrataconservadores, etc. En vez de
elecciones cada cuatro años, uno podría cambiarse de gobierno en unos minutos. En la era de internet (y del dinero hipotético) no creo que fuera muy
difícil cambiar las cotizaciones de un sitio a otro. Eso sí, nos tendríamos que
portar bien y dejar la manía esa de intentar imponer nuestra ideología a los
demás. Bueno, y no ser tan cutres como para que todos los gobiernos entraran en
quiebra simultánea. Pero con la generación más preparada de la historia de
España (y del universo), eso no pasaría nunca. ¿A que no?.