domingo, 11 de agosto de 2013

Privatización del gobierno y libertad de empresa


Muchas veces, debido a la desesperación que me producen ciertas noticias políticas, me ha rondado por la cabeza una especie de idea (llamémosle “paja mental”) que, de llevarse a cabo de manera decente (soy consciente de que esto es imposible), podría proporcionar una solución interesante a determinados conflictos (me refiero a conflictos verdaderos, no a la tontez de Gibraltar, por poner un ejemplo de tontez). Esta idea consiste en la simultaneidad de gobiernos. Simultaneidad no sólo temporal, sino también espacial. Y aviso, lo que voy a proponer puede parecer vomitivamente neoliberal. Sin embargo, tal como están las cosas, no creo que esté de más aportar una mierdecilla extra al mundo de los inventos políticos lamentables. Cuando digo “tal como están las cosas” me refiero a la ola de políticas pro-privatizadoras de todo como “motor de la economía”, “motor de libertad” y demás motores. Pues eso, como yo siempre he sido un gran defensor de lo público, reniego de mí mismo, me tiro un bloque de hormigón encima y propongo la privatización del gobierno entero. Es decir, que el gobierno funcione totalmente como una empresa. De una punta a la otra. Hala. Ya'stá. Y por supuesto, nada de monopolios. ¡Libertad de empresa!. Así, al igual que uno elige compañía de telefonía (vale, este ejemplo es chungo, pero es un ejemplo), uno podría elegir a su gobierno. Que uno es socialista, pues que contrate al gobierno socialista. Que uno es neoliberal, pues al gobierno neoliberal. Y así con anarquistas, centrocentristas, socialdemócrataconservadores, etc. En vez de elecciones cada cuatro años, uno podría cambiarse de gobierno en unos minutos. En la era de internet (y del dinero hipotético) no creo que fuera muy difícil cambiar las cotizaciones de un sitio a otro. Eso sí, nos tendríamos que portar bien y dejar la manía esa de intentar imponer nuestra ideología a los demás. Bueno, y no ser tan cutres como para que todos los gobiernos entraran en quiebra simultánea. Pero con la generación más preparada de la historia de España (y del universo), eso no pasaría nunca. ¿A que no?.