sábado, 16 de noviembre de 2013

Boston


Escrito en Boston una noche de la segunda quincena de marzo de 2012 (soy malísimo para las fechas)

Aquí me encuentro, en un restaurante de comida rápida, dejándome recomendar por el adolescente americano que me atiende y pidiendo un sándwich de pavo y alcachofas. Estoy inspirado. Quizá estaba predispuesto a ello, habiendo decidido salir con prisas de lo que yo llamo (sensacionalistamente hablando) mi “office” de Harvard, coger un autobús (el 66) y parar en Coolidge Corner para ver “Chico y Rita”. Pero no ha sido esto lo que me ha inspirado, ni siquiera el teatro donde la he visto o la zona (muy bonita) donde éste se encuentra, sino una combinación de sensaciones físicas derivadas de la buena temperatura que hace estos días en Boston. Y es que me doy cuenta de lo importante que es el calor para mí (en lo que a psicología se refiere). El calor hace que los olores se huelan más, la luz hace que los colores se vean más. Y me siento libre, como el resto de la gente con la que me cruzo por la calle. Y uno empieza a pensar que podría caminar toda la noche, perderse, olvidarse de todo, sin que pasara absolutamente nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario