sábado, 2 de noviembre de 2013

Buscando la humillación



Ayer por la noche, cuando volvía de malgastar dos horas de mi vida dando vueltas por la ciudad, y buscando una especie de lapidación personal que me empujase aún más al negativismo absoluto, decidí jugar a un juego. Mientras caminaba, miraría a los ojos a todas las personas con las que me cruzase y contaría cuántas me devolvían la mirada y cuántas pasaban de mi careto. 0-1, 0-2, 0-3 … Cuando la cosa estaba 0-9 y ya buscaba que la goleada fuera aún mayor, con esa especie de sadismo de aficionado de equipo de fútbol que busca justificar su enfado y sus ansias de cambio con la excusa de la propia humillación, resulta que me miró una chica. Solo fueron unos segundos, pero me penetró de tal manera, como si hubiese querido preguntarme “¿qué coño te pasa, criatura?”, que no me quedó otra que sonreírle. Por supuesto, decidí terminar el juego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario